Tras años de bloqueos por la política de cero COVID del gobierno chino, varios inversionistas celebraron el fin de esta política y el auge económico del país. Era una gran noticia que beneficiaría a la segunda economía del mundo; sin embargo, 6 meses después ocurrió todo lo contrario; y para los inversionistas, el futuro de la economía china se ha convertido en un mar de incertidumbre.
Lenta recuperación económica.
Lejos del auge económico que se esperaba, después de anunciarse el fin de la política cero COVID en China, la recuperación económica ha sido débil. El comercio se ha ralentizado y la deuda, especialmente la inmobiliaria, se ha disparado. Los socios comerciales se encuentran insatisfechos por diversas razones, que van desde las violaciones de derechos humanos hasta la inquietud ante la mayor interferencia gubernamental en el comercio del país. El sector privado, que se esperaba que impulsara la recuperación de China, se encuentra en retirada.
A diferencia de episodios anteriores de declive, no se vislumbra ninguna intervención por parte de Pekín para revertir esta tendencia. Por el contrario, el presidente chino, Xi Jinping, ha estado preparando a la población para una etapa de menor crecimiento, dejando en claro que es lo máximo que la economía puede lograr en su situación actual.
¿A qué se debe este crecimiento lento?
En abril, los datos económicos del país asiático fueron débiles en general. Una encuesta realizada por la Oficina Nacional de Estadística de China entre ejecutivos del sector manufacturero reveló una inesperada contracción de la actividad en el país.
La producción industrial, otro indicador del PIB, creció un 5,9% con respecto al mes anterior, una cifra sólida pero muy por debajo del 10,6% que esperaban los analistas. Y el mercado inmobiliario, que es una parte clave, también se estancó, con una caída de las ventas de terrenos del 22% en el primer trimestre de 2023.
Pekín ha intentado impulsar un modelo de consumo similar al de Estados Unidos, pero las exportaciones siguen representando aproximadamente el 20% de la economía. En mayo, las exportaciones disminuyeron un 7,5%, marcando el primer descenso de este año. Esta caída se debe en gran medida a la desaceleración económica global, pero también se ve afectada por una dinámica geopolítica desfavorable que parece empeorar con el tiempo. Las importaciones, un indicador importante de la salud económica interna de China, también se han desacelerado. Además, Pekín tomó medidas para congelar la economía durante la pandemia del COVID-19. El retorno económico de China será tibio en el mejor de los casos.
Futuro incierto para la economía china.
China se enfrenta a un largo y doloroso camino por delante, y los responsables políticos del Partido Comunista Chino no parecen interesados en soluciones orientadas al mercado para aliviar su travesía. En el centro del problema estructural de China está la deuda. Pekín se ha dado cuenta de la deuda que contribuyó a alimentar en el mercado inmobiliario y ha cortado el suministro de crédito barato para enfriarlo.
En este contexto, el comercio desempeña un papel fundamental para China. Sería una oportunidad ideal para incrementar las exportaciones y atraer inversiones extranjeras. Sin embargo, Xi Jinping adopta una postura proteccionista en lugar de abrirse al comercio. Las tensiones geopolíticas han llevado a Estados Unidos, el mayor socio comercial de China, a buscar una “desvinculación”. Muchas empresas estadounidenses están buscando trasladar sus operaciones a otros lugares, ya sea dentro de Estados Unidos o hacia países con afinidades ideológicas.
Fuente: Business Insider