La presentación de las últimas proyecciones del gobierno ratificó la paralización de la principal economía de la eurozona. Las exportaciones a la baja, los precios elevados de la energía y los desafíos en la transición climática están contribuyendo a la compleja situación económica de Alemania. Esta combinación de factores, a menudo descrita como una “tormenta perfecta”, parece persistir y representa una amenaza para la coalición que se encuentra en el gobierno de turno.
Las previsiones del gobierno sobre el crecimiento.
Tal como fue anticipado por los medios locales, el gobierno ha revisado a la baja su estimación de crecimiento económico para este año, situándola en un 0,2% del PIB, lo cual representa una marcada disminución con respecto al pronóstico previo del 1,3% anunciados meses atrás.
“En este inicio de año, la economía alemana sigue en aguas turbulentas”, declaró el portavoz del gobierno, Steffen Hebestreit
Tras una contracción del 0,3% del producto bruto interno el año pasado, la situación económica ha generado un intenso debate dentro de la coalición gobernante del canciller Olaf Scholz, que incluye a socialdemócratas, ecologistas y liberales. La crisis ha sido provocada por una serie de factores que se acumulan y afectan al sector industrial alemán, un pilar de la economía que representa alrededor del 20% del PIB pero que aún no ha logrado recuperar sus niveles de producción anteriores a la pandemia.
Los sectores económicos que aún no logran recuperarse.
La industria ha enfrentado costos energéticos elevados desde el inicio de la guerra en Ucrania, como resultado del cese del suministro de gas ruso, junto con las altas tasas de interés establecidas por el Banco Central Europeo para combatir la inflación, lo que ha frenado la demanda y las inversiones.
Además, el comercio internacional ha sido afectado por la desaceleración de China, lo que no ha permitido compensar la débil demanda interna o mantener el alto nivel de exportaciones que constituyen la fortaleza de la economía alemana.
El 19 de febrero, alrededor de 60 grupos industriales europeos hicieron un llamado a los líderes de la Unión Europea para solicitar medidas de apoyo. Entre los que firmaron se encuentran los principales actores del sector químico alemán, como BASF, Bayer y Covestro. El sector experimentó una disminución del 8% en su producción y del 12% en sus ingresos el año pasado.
“Sin una política industrial específica, Europa corre el riesgo de volverse dependiente de ciertos productos básicos. Europa no puede permitirlo”, declararon los firmantes.
La industria de automóviles, que es otro punto fundamental, está experimentando una desaceleración en la demanda de vehículos eléctricos después de que se suspendieran los subsidios públicos para su adquisición.
La lenta respuesta del gobierno alemán.
Los partidos de la coalición gobernante tienen diferencias de opinión respecto a cómo abordar la situación. Durante varios meses, se ha estado discutiendo un paquete de estímulo fiscal para las empresas. Recientemente, la cantidad inicial propuesta de 7.000 millones de euros fue reducida a la mitad debido a la oposición de las regiones, que temen que sus presupuestos no sean suficientes con tantos incentivos.
El líder de los liberales, el ministro de Finanzas Christian Lindner, aboga por la reducción de impuestos y la disminución de la “burocracia”. Sin embargo, el ministro de Economía, el ecologista Robert Habeck, opina que estas medidas son insuficientes y aboga por flexibilizar las normas presupuestarias para invertir en los sectores futuros.
La disposición constitucional conocida como el “Freno de la deuda” establece que el déficit público anual no puede superar el 0,35% del PIB. Eliminar esta medida, que simboliza la disciplina presupuestaria alemana, es una medida que los liberales no están dispuestos a aceptar. Estas disputas internas amenazan la estabilidad futura de la coalición, cuyos tres partidos están perdiendo apoyo en las encuestas antes de las elecciones regionales de este año.
La inestabilidad en Alemania y su impacto sobre el euro.
El estancamiento económico en Alemania podría tener repercusiones en el euro debido al peso significativo que tiene la economía alemana en la zona euro. Alemania es la mayor economía de la eurozona y su desempeño económico suele influir en la confianza de los inversores en la estabilidad y fortaleza del euro. Si Alemania experimenta un estancamiento económico prolongado o una recesión, la confianza en el euro se verá afectada negativamente, lo que podría provocar una depreciación de la moneda frente a otras divisas importantes. Además, la incertidumbre sobre la situación económica en Alemania podría aumentar la volatilidad en los mercados financieros europeos y afectar la política monetaria del Banco Central Europeo.
Fuente: Ámbito.