Un video que circuló en redes sociales la semana pasada captó mucha atención al mostrar numerosos barcos reunidos en las proximidades del Canal de Panamá, aguardando la oportunidad de navegar a través de él.
La particularidad en esta ocasión radicaba en la cantidad de embarcaciones presentes: el pasado lunes, el número ascendía a 132 cuando se sumaban las de ambos lados del canal, comparado con el promedio de 90 bajo condiciones normales, según un comunicado de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP). Sin embargo, para este miércoles, la cifra ya se había reducido a 124.
La mayoría de estas embarcaciones son buques graneleros de carga general, como carbón y mineral de hierro, o algunos gaseros que no lograron reservar su espacio para el tránsito debido a que suelen planificar sus rutas con poca anticipación, a diferencia de la mayoría de los portacontenedores.
Este miércoles, sin embargo, los datos oficiales del canal mostraban que la mitad no llevaba más de tres días aguardando poder cruzar.
“Ya habíamos desarrollado estos niveles de cola (de barcos) por cuestiones de mantenimiento en el canal, pero lo que diría que es inédito es que esta vez es una situación forzada que se debe a la escasez de agua” comenta Jorge Quijano, exadministrador del canal.
La falta de agua en el canal.
Quijano enfatiza que otra razón detrás de esta congestión es que la demanda de tránsito a través del canal es ligeramente más alta en esta temporada del año, principalmente debido a los barcos que transportan mercancías hacia la costa este de Estados Unidos. Aproximadamente un 70% de los buques que pasan por el canal tienen origen o destino en esta región, en preparación para el próximo Viernes Negro de compras a finales de noviembre.
Sin embargo, la razón principal detrás de esta situación de congestión se debe a las medidas y limitaciones implementadas por el canal en respuesta a la intensa sequía que está afectando a Panamá este año, agravada por el fenómeno de El Niño. Esto está teniendo un impacto en el funcionamiento de la infraestructura.
De acuerdo con datos proporcionados por la ACP, la región cercana al canal está atravesando uno de los dos años más secos registrados en la historia del país. Las precipitaciones de este año han estado entre un 30% y 50% por debajo del promedio histórico.
Impacto económico.
Estas medidas, como es de esperar, ya tienen un claro impacto económico en todos los actores relacionados con el canal.
Los primeros perjudicados son la propia ACP, cuyo director Ricaurte Vásquez reconoció hace unas semanas que sus ingresos disminuirán en alrededor de US$200 millones para el año 2024 debido a las restricciones implementadas.
Los siguientes afectados son las compañías propietarias de los buques, que en algunos casos han comenzado a explorar rutas más distantes y costosas, como el Canal de Suez o la ruta alrededor del Cabo de Buena Esperanza en Sudáfrica. Aquellos que continúan utilizando el canal centroamericano se enfrentan a costos adicionales por cada día de espera.
“A un buque portacontenedores de 15.000 TEUs —la unidad de medida de capacidad para contenedores equivalente a 6,1 m— le cuesta el alquiler diario alrededor de US$45.000, por lo que estar ahí esperando le podría suponer hasta un 40 o 50% más de lo que le costaría atravesar el canal”, ejemplifica el exadministrador Quijano.
El destino de estos productos no se reduce a Norteamérica, sino que prácticamente llegan a todo el planeta. Según Bloomberg, el 40% de los contenedores enviados de Asia a Europa también pasan por el canal de Panamá. En total, por este punto transitan cada año unos 500 millones de toneladas de carga, según datos de la ACP.
¿Qué es lo que puede pasar?
La ausencia de precipitaciones es crucial tanto para la sostenibilidad de las operaciones en el canal como para el suministro de agua a los hogares de los ciudadanos panameños, ya que más del cincuenta por ciento de la población del país obtiene su abastecimiento de los mismos embalses que proveen agua al canal.
Según Quijano, la medida más apremiante y de inmediata implementación radica en la búsqueda de una nueva reserva de agua que permita almacenar mayores volúmenes durante las temporadas de precipitación. Esto sería esencial, considerando que Panamá se encuentra entre los cinco países del mundo con mayor índice pluviométrico.
Con esta iniciativa, se podría reducir la dependencia exclusiva de los embalses Gatún y Alajuela, construidos entre 1913 y 1935, época en la cual la población de Panamá era casi diez veces menor y la cantidad de tránsitos por el canal era menos de la mitad de la cifra actual.
Fuente: BBC News.